Por EL ECONOMISTA

Un cúmulo de recursos que representan el 11% de la totalidad del Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2023 se significan, aunque sin palabras, en un reflejo de las prioridades del gobierno respecto de uno de los rubros – sino más bien que EL rublo- para procurar el avance íntegro de una sociedad. Poco más de 946,000 millones que se destinarán a dar soporte a la operación, mejora e innovación de la totalidad del sistema educativo mexicano lo cual a su vez representa un 3% del Producto Interno Bruto del país.

En este sentido, la polémica se profundiza cuando se estima insuficiente el recurso destinado, en un escenario en donde el país, y el mundo en general, se ha rezagado en materia educativa con motivo del oscuro periodo de la pandemia por covid. Y es cierto, si reflexionamos con justicia teniendo como premisa los graves rezagos que el país experimenta en todos los componentes que integran un estado, con seguridad no tendríamos por satisfechos todos los petitorios que derivan en un ambiente de astringencia económica. Por ello, un incremento presupuestal para la educación en México de un 6.2%, si se contrasta con el rezago educativo, resulta irrisorio. Pero es aquí donde, resulta interesante el desglose del gasto destinado donde, probablemente se refleje con tonos vívidos la doctrina política que soporta al gobierno actual.

Es cierto que el primer pilar, y quizá en educación más importante lo constituye la educación básica. Ahí, se adquieren las primeras habilidades de conocimiento, se adquiere la habilidad de leer y escribir y se sientan las bases que sustentan todo el tracto educativo de un mexicano. Es así que el incremento programático en este casillero es de un 19% respecto del año anterior. Poco más de 14,000 millones de pesos tendrán que mostrar efectividad en su aplicación para menguar un retraso que organismos internacionales lo ubican hasta en una década. Por otra parte, la educación media superior por igual obtiene un avance sostenido del orden del 11 por ciento.

Pero hay tres cuestiones a destacar en este análisis; la parte de operación burocrática, u orgánica funcional de la educación, traducido al gasto de la secretaría del ramo, representa un gasto de 17 mil 500 millones en números redondos. Adicional a ello, la universidad pública recibirá para sus grandes representantes 17,000 millones para la UNAM y 5,000 millones para el Instituto Politécnico, 4,000 millones para la UAM.

Es así que no solo es cuánto se destina a una actividad fundamental en el estado, sino cómo por igual se aplican dichos recursos para darles total efectividad. México, a pesar de los pobres resultados en la prueba PISA es el país que más invierte en la educación con respecto a su propio presupuesto. Sin embargo, la poca efectividad en el avance educativo refleja una situación de hondo calado, en un tema que debería ser absoluta prioridad.