Estipula que la situación-problema va primero que la observación de lo que necesita aprender cada niño y niña a la edad y nivel educativo, para luego identificar los aprendizajes en los programas que se adaptan a ello como respuesta.

Tanto el Plan de estudio 2022 que define las bases filosóficas, legales, epistemológicas, pedagógicas y didácticas de la Nueva escuela mexicana como los borradores de los avances de los programas sintéticos que determinarán los contenidos nacionales que deberán estudiarse en la educación básica cuentan con un enfoque emancipador, decolonial y transformador. Dicho de otra manera: buscan construir ciudadanía al liberar a los oprimidos y excluidos por razones de clase, género, identidad y pertenencia étnica, orientación o identidad sexual, capacidad o discapacidad; advierten que la educación mexicana, tal y como se ha brindado hasta la fecha, parte de un pensamiento único, eurocéntrico, patriarcal y heterosexual que no permite la inclusión y la diversidad que caracteriza a la población de nuestro país. Sin negar que efectivamente existen relaciones de poder y discriminación entre los diversos sectores sociales en México, a la vez que también se cuestiona que la educación mexicana solamente haya impulsado esta reproducción sin contar con otros avances, es importante observar que el planteamiento pedagógico que se identifica a lo largo de todos los documentos emitidos a la fecha se sustentan fundamentalmente en la educación liberadora de Paulo Freire, cuya pedagogía por naturaleza es andragógica, o sea, que está concentrada en la educación para adultos. Como se sabe, dicho autor teorizó y practicó lo que se demuestra en varias de sus obras sobre alfabetización de personas adultas. Y aunque existen adaptaciones a la niñez ya trabajadas por sus seguidores, éstas cuentan con ciertas dificultades.

Tanto el Plan de estudio 2022 que define las bases filosóficas, legales, epistemológicas, pedagógicas y didácticas de la Nueva escuela mexicana como los borradores de los avances de los programas sintéticos que determinarán los contenidos nacionales que deberán estudiarse en la educación básica cuentan con un enfoque emancipador, decolonial y transformador. Dicho de otra manera: buscan construir ciudadanía al liberar a los oprimidos y excluidos por razones de clase, género, identidad y pertenencia étnica, orientación o identidad sexual, capacidad o discapacidad; advierten que la educación mexicana, tal y como se ha brindado hasta la fecha, parte de un pensamiento único, eurocéntrico, patriarcal y heterosexual que no permite la inclusión y la diversidad que caracteriza a la población de nuestro país.

Sin negar que efectivamente existen relaciones de poder y discriminación entre los diversos sectores sociales en México, a la vez que también se cuestiona que la educación mexicana solamente haya impulsado esta reproducción sin contar con otros avances, es importante observar que el planteamiento pedagógico que se identifica a lo largo de todos los documentos emitidos a la fecha se sustentan fundamentalmente en la educación liberadora de Paulo Freire, cuya pedagogía por naturaleza es andragógica, o sea, que está concentrada en la educación para adultos. Como se sabe, dicho autor teorizó y practicó lo que se demuestra en varias de sus obras sobre alfabetización de personas adultas. Y aunque existen adaptaciones a la niñez ya trabajadas por sus seguidores, éstas, como veremos a continuación, cuentan con ciertas dificultades.

La propuesta pedagógica de la NEM señala que para lograr sus fines es necesario determinar un currículo flexible y deliberativo. Si bien establece los contenidos y procesos de desarrollo de aprendizaje a lograr a nivel nacional por fases y grados, estos aún no se encuentran terminados. Por lo tanto, se vuelve necesario:

un programa analítico que es una estrategia para la contextualización que los maestros, como colectivo escolar, llevan a cabo a partir de los programas sintéticos, de acuerdo con las condiciones de su situación comunitaria, escolar y en particular, de su grupo escolar.

Para lograrlo, el capítulo sobre el “diseño creativo” del texto para docentes Un libro sin recetas para la maestra y el maestro establece los pasos que podrían seguirse para su elaboración. De manera resumida se señala que dicho programa analítico se elabora a partir de la observación de tres planos.

Primero, la lectura de la realidad. Ésta consiste en problematizar el contexto socioeducativo de la escuela en relación con el plan y programas 2022 para determinar las situaciones que afectan positiva o negativamente a la comunidad; es decir, busca las dificultades que normalmente no se observan en la cotidianidad para, posteriormente, determinar los ejes articuladores y los campos formativos.

Segundo, el plano de la contextualización. Identifica qué contenidos y aprendizajes de los programas sintéticos deben adoptarse para desarrollar las situaciones elegidas para cada fase y grado; a su vez, establece las estrategias didácticas necesarias para atenderlas en proyectos comunitarios: aprendizaje basado en problemas, aprendizaje en servicio o enseñanza globalizada, entre otras.

Tercero, el plano del “codiseño”. Implica determinar aquellos contenidos que, por las situaciones problemáticas elegidas, se requiera agregar puesto que no aparecen en el programa sintético. Todo lo anterior es la base para proceder al plano didáctico, al diseño de la planificación que cada docente frente a grupo debería elaborar para su grado escolar o asignatura.

El proceso de diseño del programa analítico antes descrito cuenta con la metodología planteada por Paulo Freire en el contexto de la alfabetización de adultos en Brasil. En su libro Educar como práctica de la libertad propuso una serie de pasos para problematizar la vida de la gente que llevaban a transformarla mediante su pedagogía. A manera de ejemplo y grosso modo, se partía de definir un problema de la realidad —por ejemplo, la erosión de la tierra— para luego representarla en una imagen —hombres y mujeres trabajando con una pala una parcela árida—, con lo que se producía la palabra generadora —“pala”— que representaba dicha situación, y de la que se desprendían familias de sílabas —pa, pu, pe, pi, po, y la, lu, le, li, lo…— que permitían generar nuevas palabras —pelo, lupa, pila, etc.— que se estudiarían para aprender a leer y escribir. Al mismo tiempo, se establecían preguntas sobre la realidad del trabajo agrícola, identificando con ello las dificultades que se podían transformar por la acción organizada en actividades concretas.

Así, al hablar sobre esa situación y sus dificultades, surgía la observación del uso excesivo de fertilizantes químicos que generan la erosión y sus alternativas existentes, como el abono orgánico. Desde esta propuesta siempre existen siempre dos contenidos a estudiar: la realidad y sus problemas, y lo académico propiamente dicho. Esta metodología fue muy exitosa en el proceso de alfabetización de adultos, tanto en Brasil como en América Latina, durante los setenta. Su éxito radicó en lo motivante que resultaba el ejercicio de contextualización de lectoescritura para las y los participantes.

No obstante, dicha lógica metodológica no es la misma que históricamente se ha utilizado con los niños, niñas y adolescentes, en la que el educador, como persona mayor más experimentada, es quién establece primero la meta educativa. Por ejemplo, aprender los números y sus operaciones para luego identificar con qué metodología y actividades se puede fortalecer el proceso de acuerdo con su edad, contexto e intereses y, con ello, reconocer si se está logrando un resultado observable que demuestre si es necesario intervenir. Este proceso pedagógico lo hicieron, para comenzar, las madres quiénes, en general, reconocen las necesidades educativas de sus hijos e hijas de acuerdo con la edad para luego generar una intervención. Así, por ejemplo, al año establecen la meta de que deben aprender a caminar; para ello intervienen tomando sus bracitos caminando en su propio contexto con ellos y ellas hasta que logran la autonomía, o sea, cuando observan que ya lo hacen solos.

Desde la pedagogía, esa siempre ha sido la lógica de establecer objetivos y actividades para lograr resultados. No es cierto que inició con Ralph Tyler (1940) o con Benjamín Bloom (1960), que señalaban en Estados Unidos que debería haber objetivos educativos que guiaran el proceso y la observación conductual del resultado. Esto ha existido en la mente de las educadoras y los educadores primarios desde el principio de la humanidad; en otros términos, no es colonial, no es neoliberal: es simplemente natural. Aunque se ha sistematizado y perfeccionado con enfoques y perspectivas distintas, siempre se encuentra ahí y subyace a todo proceso educativo.

La propuesta de la Nueva escuela mexicana modifica la lógica pedagógica meta-proceso-resultado como contenido a enseñar-aprender dispuesta por el adulto más experimentado frente a un menor mediante las actividades en un contexto propicio. Estipula que la situación-problema va primero que la observación de lo que necesita aprender cada niño y niña a la edad y nivel educativo, para luego identificar los aprendizajes en los programas que se adaptan a ello como respuesta.

Esto impone varias dificultades. La primera es que, en cada uno de los avances de los programas sintéticos, al presentar la tabla que describe los temas que se abordarán en cada fase, se advierte:

Es importante considerar que esta presentación de los contenidos no es secuencial, sino que se presentan como contenidos para establecer trayectorias o relaciones entre ellos que mantenganun vínculo temático, complementaria, de contraste, etcétera, que permitan a las maestras y maestros establecer rutas de contenidos.

Dicho de otra manera: no hay una graduación ni dosificación previamente estipulada, a pesar de que la naturaleza de los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en crecimiento así lo exige. Y aunque en cada fase se van graduando los procesos de desarrollo de aprendizaje, existe la posibilidad de no seguirlos en secuencia.

La segunda es que, si lo primero es la realidad y las situaciones problema que se detectan y lo que prosigue es identificar los contenidos educativos que se vinculan a ella, y si no todo lo que se reconoce se encuentra descrito en los programas sintéticos y por ello es necesario agregar otros temas, entonces el cumplimiento de estos últimos no se daría cabalmente. Y aunque el Plan 2022 señale que “el codiseño no elude la observanciaobligatoria de los programas de estudio de preescolar, primaria y secundaria…” (pág. 6), la priorización del contexto podría poner en riesgo la garantía del Artículo 3.º constitucional y el derecho al acceso pleno a la educación. Más aún, existe el riesgo de dejar de lado los contenidos que a nivel internacional se identifican como indispensables: leer, escribir, resolver problemas matemáticos, científicos, entre otros. Esto es evidente, por ejemplo, en los libros de texto de primero de primaria en los que, si bien se continúa con la aplicación de la metodología de Emilia Ferreiro, Myriam NemirovskD, Margarita Gómez Palacio y Ana María Kaufman —iniciada por la reforma curricular de 1993 impulsada por Carlos Salinas—, la compleja dinámica metodológica no es prioritaria en esta propuesta de nuevos libros de texto. Dicho de otra manera: sus fundamentos se van dejando de lado.

Esta problemática ya ha sido visualizada por las y los docentes, asesores técnico-pedagógicos, directivos y supervisores, quienes sí se cuestionan esta lógica pedagógica. Es menester, por tanto, revisar a fondo este problema. Todavía estamos a tiempo. Y si bien es cierto que es necesario contextualizar las metas educativas, la elección de estas últimas generalmente antecede a la determinación de las situaciones de aprendizaje como procedimiento para lograrlas, de manera que correspondan al contexto específico de cada localidad. La definición de qué se aprende va antes del cómo y con qué se hace.

En suma, el diseño del programa analítico debería respetar la lógica pedagógica natural que se ha establecido desde el inicio de la humanidad. Romperla no sólo podría vulnerar los derechos de las niñas, niños y adolescentes, sino que el nivel educativo alcanzado en México podría descender todavía más.

https://www.milenio.com/nexos/la-logica-pedagogica-para-adultos-en-la-nueva-escuela-mexicana